La comunidad como elección de vida: Cherán y sus enseñanzas: Tercera Parte
México subterráneo,
Reportajes
agosto 23, 2011
La extraordinaria vida sin policía:
“La autoridad somos nosotros mismos”
Caminando a medio día por el centro de Cherán, la vida cotidiana sigue su curso colorido y alegre, aparentemente impasible: vendimia, gelatinas con rompope, fruta picada, música, flores, ceviche. Salvo la extrañeza que suele causar al citadino la jovialidad y la amabilidad por doquier, nada sucede.
Después de un rato de estancia, sentado apaciblemente en una de las bancas de la placita central, difícilmente se podría creer que por aquellas callecitas circulaban día y noche camionetas con hombres fuertemente armados; o que a unas cuantas cuadras, apenas hace unos meses, se ha desaparecido, se ha humillado, se ha matado. Difícil concebir que en los cerros que son el horizonte de la comunidad, se ha venido cometiendo un ecocidio –la destrucción total de 15 mil hectáreas de bosque. (Ver parte II).
Entre los colores intensos de las frutas, el olor a tierra mojada, y más cerca del mercado, a comida casera y a carnitas de tradición michoacana, se puede disfrutar la calma. Y aunque Cherán es ya una pequeña ciudad y uno de los territorios más extensos de la meseta P’urhépecha[i], uno puede sentirse fácilmente parte de la amable vida comunitaria.
Sin embargo, al sumergirse levemente en la cotidianidad, se va percibiendo que en este lugar sucede algo más que la jovialidad y las bondades de los acogedores pueblos de Michoacán. Hay algo extraordinario en el andar por sus calles, que es fácil no notar justamente porque su contraparte es la tranquilidad: en Cherán no hay policía. Contrario a lo que es común pensar, la ausencia de las patrullas municipales, policía estatal y agentes de tránsito, se ha traducido en seguridad. Por las calles “anárquicas” de Cherán se respira sosiego.
Del silencio a la autoorganización
Siendo testigos afortunados de la amplia y robusta dinámica organizativa, de la discusión comunitaria en reuniones largas y fructíferas, o simplemente caminando por el Cherán nocturno sembrado cuadra a cuadra por fogatas en las que se va definiendo jornada a jornada el destino de la comunidad; es difícil creer e imaginar el anquilosamiento, que según nos narran, se vivía en Cherán antes del 15 de abril.
Cuentan que en las vísperas del levantamiento, sus pobladores parecían haber perdido la esperanza, ‘eran como zombies’ –se dice–, andaban con miedo y bajaban la mirada frente a los criminales. La gente de la región se preguntaba qué había pasado con “Cherán K’eri”, con el “pueblo grande”, respetado y admirado por su espíritu valiente y combativo.
“… y les decíamos, sí, sí sentíamos, pero era impotencia, y al mismo tiempo temor de enfrentarnos, no era con cualquier persona que nos íbamos a enfrentar, es con el crimen organizado y ese era el temor. Pero finalmente lo hicimos, y todos estamos aquí unidos…”
Las campanadas de la iglesia restablecen el tiempo de la autoorganización, reactivan el legado de la autodefensa, estrechamente ligado a sus usos y costumbres y a la tradición autárquica, que ha permanecido viva en esta comunidad indígena p’urhépecha. De manera ciertamente indeliberada, “espontáneamente”, a las seis de la mañana inicia el levantamiento. “Fueron las señoras –dice un compañero– “cansadas de ver que los hombres no hacíamos nada, las que empezaron”.
Mujeres valientes y jóvenes, nombrados por la coordinadora de una de las fogatas, “niños héroes”, estallan de un momento a otro en un ¡ya basta! que con sólo ser gritado se multiplica de manera casi automática, natural y aparentemente inesperada en la comunidad entera. Las campanas son el llamado inapelable, su repicar significa el fin del letargo, y el nacimiento de otro tiempo.
“Fueron unas cuantas señoras las que iniciaron, con qué, con toques de campana y con cuetes, y todos, pues qué es, porque misa no es, y el repicar y el repicar, y ahí vamos todos, y de un momento a otro nos organizamos, pero así fue espontáneo, no con anticipación, que vamos a hacer esto o vamos a organizaros, sino así al momento…”
Su concepción sagrada de la “nana echeri”, la madre naturaleza, es también el factor definitorio de este quiebre. Dicen los compañeros de la recién creada radio comunitaria de Cherán al cumplimiento de 4 meses de resistencia, el 15 de agosto pasado: “Siempre hemos estado aquí para defender con nuestras vidas si es necesario, el respeto y amor a nuestra madre naturaleza porque los indígenas poseemos el conocimiento ancestral de la convivencia armónica con la naturaleza”[1]. Se trata de un respecto supremo a la vida de las plantas, los animales, de los manantiales y los bosques, que ha sido transmitido de generación en generación.
“Nosotros no pensamos en la comercialización de los árboles, porque nosotros pensamos que somos parte de la naturaleza, por esa razón esta es nuestra idea, y así nos enseñaron nuestros abuelos, que si cortas un árbol hay que plantar más árboles (…) eso viene de nuestros antepasados, como decíamos, los bosques que nos devastaron son de nuestros antepasados, no nos dejaban cortan un árbol, nos enseñaron a respetarlos, a cuidarlos, y ese el dolor, la impotencia que sentimos, de que otra gente viene y nos agrede, y nos los cortan…”
Fuertemente ligada a esta defensa de la vida natural, también se encuentra el respeto y protección de la vida comunitaria. Hay indicios de que en el fondo es la unidad de la comunidad lo que da sentido al lema que acompaña la refundación de la nación p´urhépecha: “Juchari Uinapikua”, “Nuestra Fuerza”. La fortaleza histórica de la comunidad indígena p´urhépecha es la comunidad misma. Es por esto que a lo largo de su historia, Cherán ha hecho lo necesario para defender lo que es propio, sagrado y necesario para la comunidad: agua, tierra y bosques, la vida.
Los talamontes, los criminales, los partidos y los gobiernos, se habían dedicado a transgredir sus principios fundamentales. La rebelión responde, entonces, a la necesidad de frenar la devastación del bosque, pero no sólo; Cherán se levanta contra el crimen organizado, contra un sistema electoral farsante que no ha dejado más que división y hartazgo, contra unas autoridades municipales simuladas y cómplices; contra todos estos agravios manifestándose día a día, de forma cada vez más lastimosa y creciente desde el 2008. El quiebre, es más fuerte y decisivo porque entraña la conciencia de su carácter histórico, pues en ese momento, se sabe que se esta pronunciando una ruptura radical, a partir de la cuál, no habrá marcha atrás. Se reactiva entonces “el principio de defensa de la comunidad” que forma parte esencial de la herencia que comparte la región p’urhépecha. Así, con la misma “intransigencia” con la que, a finales de los 70’s, los pobladores de Santa Fe La Laguna, defienden el territorio comunal, y con esa misma contundencia con la que años más tarde se toma la firme determinación de no permitir la imposición de la construcción del centro nuclear (Ver parte I), en este abril de 2011, Cherán dice ¡hasta aquí!: “no queremos más partidos políticos, no más crimen organizado que intimide a nuestra población, no más tala inmoderada”.[2] La aludida “espontaneidad” organizativa, tiene mucho más que ver con su herencia histórica comunitaria, que con lo fortuito.
En los días que siguieron al 15 de abril, los pobladores de Cherán, toman el control de la cabecera municipal, desconociendo a las autoridades y a los cuerpos de seguridad municipal, y convirtiéndose en guardianes del bosque y de la propia comunidad.
Un pueblo entero que se cuida a sí mismo: “Ahora nos sentimos más protegidos”
La minuciosa y efectiva dinámica que se ha ido gestando en cada uno de los aspectos de la vida en común, fue surgiendo de la necesidad de la organización que sobrevino al “levantón”. Sin que nadie dijera “a ti te toca esto y a ti aquello”, cada persona, “desde los pequeñitos hasta los ancianos”, fueron tomando su lugar en lo que se convertiría en una amplia y sólida organización comunitaria.
La participación es generalizada, y su eficiencia está intrincada a la propia tradición comunitaria[3]. Sin planificación de por medio, en poco tiempo se construyó una “estructura” autogestiva sumamente horizontal, en la que las decisiones van fluyendo estrictamente desde abajo.
“Aquí tenemos asambleas generales cada ocho días, los domingos, por ejemplo los coordinadores dicen, hay esto o el gobierno propone esto, y ellos no pueden decidir, nos representan. Nos van a representar allá cuando van a las mesas de diálogo, pero ellos no deciden, sino que vienen y nos consultan a cada barrio, nos dicen, llévense esta propuesta, analícenla en cada barrio… y ya en la noche en la fogata se discute, hay esto, qué hay que hacer aquello, vamos a trabajar en esto, o esto anda mal, o en la semana hubo estos incidentes, cómo le vamos a hacer, y ya se analiza todo, y ya el domingo cuando viene uno aquí a la asamblea general ya tenemos que traer una propuesta: el barrio primero propone esto, el barrio segundo esto, y entonces ya ahí se decide, pero todos, todos…”
En medio de este entramado organizativo, las fogatas han jugado el papel central, pues han funcionado como la unidad básica, y el fundamento de la comunicación y la toma de decisiones, que nacen en la discusión “desde abajo” y se toman “desde abajo”.
“ (La fogata) es un lugar de reunión en dónde se analizan las cosas, se platica, se llega a acuerdos y al mismo tiempo, se cuida o nos cuidamos entre nosotros, hacemos guardia de noche, por ejemplo, hoy si salen, van a ver fogatas por todo el pueblo. ¿Y qué hace esa fogata? Pues cuidando, para que no se acerque el enemigo…”
Además de esto, las 179 fogatas que se forman a lo largo y ancho de la cabecera municipal, son espacios de cohesión y convivencia, el momento de comunión que da fuerza para enfrentar el miedo y seguir adelante, y que a la par de la discusión permite la convivencia y la risa. Presenciar las charlas en torno a una de las fogatas, en las que se comentan las experiencias del 15 de abril, se discute la (im)pertinencia de la intervención del ejército, mientras se cocina buñuelos y se hace la guardia nocturna, es lo que nos pone de frente la magnitud del logro organizativo de esta comunidad entera, que se cuida a sí misma.
La Comisión de Acopio General también es clara muestra de la efectiva autogestión en Cherán. Quienes la conforman se encargan de recibir los víveres –que van llegando como apoyo, principalmente de las parroquias de la Diócesis de Zamora y de instituciones educativas de las comunidades vecinas– y de coordinar su distribución equitativa día a día, entre los cuatro barrios. De ahí “se comparte todo el alimento en las fogatas”.
Así, en el trascurrir de estos 4 meses, el pueblo de Cherán fue tomando hilo a hilo la gestión de la vida en común para tejer una cotidianidad solidaria, pacifica y alegre, que ha sido posible sostener –aún en medio de la violencia que asola a la región– gracias a la labor incesante y valiente de la ronda comunitaria tradicional.
Michoacán es justamente el primer estado al que Felipe Calderón envía al Ejército a “combatir el narcotráfico”, el 6 de diciembre de 2006. Como en muchos lugares con presencia del crimen organizado, esta empresa bélica no hizo más que destapar las cloacas y desatar la violencia, que ahora se vuelca hacia la sociedad. Los pobladores de Cherán, y especialmente los jóvenes que conforma la ronda comunitaria, están muy concientes de a qué se están enfrentando.
“…no estamos luchado contra una persona, contra alguien que en un momento dado decimos ya lo agarraron, y ahí se acaba, estamos luchando contra una telaraña tejida desde arriba, que es como un cáncer que ya infectó a todas las comunidades, municipios como Paracho, Nahuatzen, Charapan, Chilchota, lo están viviendo, comunidades vecinas, hermanas, lo están viviendo. Lo malo es que no alzan la voz, o no se atreven, como estábamos nosotros, no nos atrevíamos, pero alguien tuvo que tomar la iniciativa…”
Ahora, la ronda comunitaria tradicional – la cual se reconforma más formalmente a partir del 30 de abril– está a cargo de la seguridad de los más de 20 mil pobladores, y tiene la responsabilidad de resguardar la tranquilidad, que después de años de vigilia, se vive hoy como logro comunitario.
En 2008 la situación era ya insoportable para los cheranenses –como lo es ahora mismo para muchas poblaciones, no sólo de Michoacán, sino de todo el país. Los levantones, las “cuotas” a los comerciantes, la destrucción de los recursos, el cinismo de las autoridades municipales y estatales, y la impunidad ante unos cuerpos de seguridad que protegen a los criminales; fueron conformando el hervidero que llevó a darle un giro a la historia de Cherán K’eri.
Desde que comenzó a agudizarse la violencia y la devastación de los bosques, ni el gobierno municipal ni el estatal tomaron alguna medida para frenar lo que estaba ocurriendo, al poco tiempo fue evidente que estaban protegiendo a los criminales. Ahora, la ronda comunitaria tradicional – la cual se re-conforma más formalmente a partir del 30 de abril– está a cargo de la seguridad de los más de 20 mil pobladores, y tiene la responsabilidad de resguardar la tranquilidad, que después de años de vigilia, se vive hoy como logro comunitario:
“… ahora hay un presidente que sigue fungiendo, pero para nosotros está desconocido, y nosotros no tenemos más autoridad que nosotros mismo, ¿por qué?, porque ahora nos sentimos más seguros, más protegidos que cuando él estaba según haciendo su trabajo, a él lo desconocemos, y nos estamos protegiendo, nosotros mismos.”
Desde la casa comunal –inmueble recuperado por los pobladores que hace unos meses albergaba al gobierno municipal–, uno de los compañeros que reactivan y ahora coordinan el trabajo de vigilancia de la ronda comunitaria, habla sobre sus labores:
“La ronda comunitaria está encargada de la seguridad de aquí de la comunidad, en cuanto a personas ajenas al municipio –ustedes ya saben a qué nos referimos–, con nuestra propia gente, de aquí mismo que alteran el orden, por ahí con camaradas que se dedican a lo ajeno, tratamos de ver todo eso …”
Conscientes de que lo que hacen es activar una tradición que existió desde sus abuelos, los aproximadamente 90 hombres que conforman la ronda –la mayoría jóvenes–, lo hacen de manera voluntaria, sin retribución económica pero con orgullo, sin dudarlo y “cuando sea necesario”, pues lo más importante es la seguridad de sus familias.
A partir de que tomaron la seguridad en sus manos, los delitos al interior han bajado hasta en 90 por ciento, reduciendo en más de 50 por ciento el alcoholismo en la comunidad. Se ha conseguido reducir la tala de manera muy importante, pero no completamente. Que la gente se sienta más segura y protegida por su propio pueblo no quiere decir que estén excentos del miedo.“[U]na de las inquietudes que se tiene es transitar por los bosques libremente, no tenemos todavía la seguridad de poder hacerlo, todavía sigue el temor en la comunidad por su gente, de decir no puedo transitar libremente de un lugar a otro, por temor a que en un momento dado lo puedan desaparecer…”
Y aunque los y las compañeras no dejan de tomar la precaución de cubrirse el rostro, saben que están en la “lista negra” y que si no mantienen la seguridad comunitaria que ellos mismos han construido, sus familias quedan a merced de los criminales. Saben también, que los grupos criminales están al asecho, que “siguen todavía a la espera de que en un momento dado la comunidad se canse, en espera de que la comunidad se desorganice nuevamente…”
Por ello, Cherán tiene claro que no hay marcha atrás sino camino hacia delante. Están dispuestos a todo porque lo que está en entre dicho es el futuro de sus hijos, lo que está en juego es la vida, la del bosque y la de la comunidad.
“El proceso que iniciamos ya no tiene regreso” dicen con la confianza de una comunidad que tiene conciencia de que lo que está contruyendo tiene un valor histórico, de que están construyendo el futuro para sus hijos. “Nosotros ya no volvemos a entregar nuestra seguridad interna al gobierno.”[ii]
Hacia un gobierno popular y autónomo
A la par del ejercicio y la claridad de los horizontes de la autoorganización, Cherán ha tomado y ha buscado los espacios de interlocución con el Estado. Desde el 2008 visitaron diferentes dependencias de gobierno o se manifestaron en las calles de Morelia para exigir una respuesta, “simplemente no hicieron caso”. Ahora también los buscan, pero siempre partiendo de la convicción de lo que la comunidad quiere, y de que el gobierno ofrece siempre algo mínimo y distinto a lo que ellos quieren, o bien no ofrece nada.“En ocasiones las instituciones dicen, esto es lo que hay, y nosotros sinceramente decimos, como comunidad, esto es lo que queremos, es una cosa totalmente distinta…”
Empero, con el afán de no perder ningún espacio para hacerse escuchar, Cherán acepta participar en el pretendido “diálogo” de Chapultepec (Ver “De Juárez a Chapultepec…”) como representación indígena, siendo una de las “causas” del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad”. El resultado de esta interlocución no ha sido distinto a lo que se esperaba: migajas y mentiras. En términos reales la respuesta del gobierno en sus tres niveles no sólo ha sido nula, sino que ha sido aberrante tanto para Cherán como para el Movimiento por la Paz en su conjunto, prueba contundente de ello, son los recientes avances en la aprobación de la ley de seguridad.
Ni el gobierno ni el sistema electoral han dado una mínima respuesta. Por el contrario, los partidos políticos habían estado jugando un papel sumamente dañino en la vida comunitaria. Durante años la dinámica partidista trajo consigo rivalidad y desunión, que en medio de la violencia creciente, terminaron por convertirse en desánimo y apatía.
Cuando inicia el actual proceso y los cheranenses acuerdan participar sin partidos, se sobrepone a cualquier cosa el principio de unidad de la “Nación P’urhépecha” (Ver parte I), pues hay plena conciencia del papel que ha jugado la democracia electoral: “hemos experimentado en carne propia lo que vienen haciendo los partidos políticos y las migajas de los programas gubernamentales, vienen y dividen nuestras comunidades”[4].
Ahora la propaganda electoral está prohibida. Ni en las casas ni en los autos se puede exhibir propaganda partidista. No obstante, “operadores electorales” del gobierno del estado acechan a la comunidad, en lo que es considerado como un acto de provocación, pues ellos han decidido y hecho público que no participarán en ningún proceso electoral, y que“sus formas de gobierno emergerán de la comunidad sin la intervención de ningún partido político, apegándonos a los usos y costumbres”.[iii]
No obstante, la inabarcable violencia que se ha extendido por las entrañas de Michoacán, pone a Cherán en una disyuntiva que parece más una aporía: para la seguridad externa ¿con o sin el ejército?, ¿definitivamente sin el gobierno? Cuando se habla del tema, los diálogos son largos y airados “sabemos bien como trabajan”– comenta un compañero consternado por la posibilidad de que entre el ejército a la comunidad. Algunos cheranenses dicen que si el ejército interviene en la seguridad regional, tendrá que respetar las condiciones que establezca la comunidad. Sin embargo, la sola idea no deja de ser preocupante, pues queda latente –y altamente factible– la posibilidad de que ellos, en los que probadamente no se puede confiar, terminen por desatar la violencia, y echar por la borda lo que tanto ha costado construir a la comunidad.
Por ello, conforme pasan los meses de resistencia y la cínica anuencia de las autoridades se reitera incesantemente, se va definiendo una única ruta posible para el futuro que Cherán quiere, para un futuro de dignidad y de alegría. De la misma manera “natural” como se fue gestando la rebelión, día a día la autonomía se va vislumbrando como la vereda por andar: “estamos perdiendo el miedo porque queremos la vida”.
En la conferencia de prensa realizada el día 6 de agosto -previa al concierto que ofrecieron Rocco, vocalista de Maldita Vecindad, Héctor Guerra, y otros músicos de Chile- representantes de Cherán expresaron que trabajan ya en el diseño de una forma de gobierno popular, que estaría constituido por 15 comisiones en las que tendrán representación los cuatro barrios tradicionales de la comunidad. “Nosotros vamos a conformar un gobierno nuestro, donde surjan las ideas desde abajo, desde las fogatas”.[iv] Y aunque, con sus rasgos generales el autogobierno ya se ejecuta en la práctica con comisiones de participación por barrio, el gobierno popular no se había planteado como opción de futuro y sin plazo de término.
Ahora Cherán, decidido y seguro del camino de la auto-organización y la auto-defensa, invita abiertamente a los pueblos a que se unan y “dejen de creer en la farsa electoral” que se ejerce “de arriba hacia abajo”, y se organicen para enfrentar lo que está ocurriendo en el país.
“…esto está sucediendo a nivel estatal, a nivel nacional, por eso cuando vienen aquí las comunidades les decimos organícense, únanse, y cuando nos unamos todos los pueblos, todas las comunidades, para hacerle frente a esto, de lo que esta sucediendo en nuestro país, es cuando vamos conseguir, el triunfo.”
Y claro que esta definición no implica que la ruta será sencilla, se apertura un camino largo y no exento de trabas. La apuesta de Cherán es un gran reto. La ronda ha tomado el control de gran parte del territorio, sin embargo, el territorio es extenso y no consigue llegar hasta extremos por donde aún se cuelan las camionetas de los talamontes; los compañeros de la ronda trabajan con gusto y responsabilidad, pero sin remuneración económica, como todos los compañeros que han asumido una comisión de responsabilidad comunal; la comunidad es ahora la guardiana del bosque y de las familias de su comunidad, pero no deja de temer por el futuro, por estar “en la lista negra”, por la incertidumbre, o por saber que los criminales siguen rondando y acechando la madera de sus bosques. La apuesta de Cherán, pese a todo, es una apuesta por el futuro, y un aliento para todos los pueblos que luchan por la dignidad y por la vida.
[1] Comunicado del 15 de agosto en: http://micheran.com/?p=1428
[2] Comunicado del 15 de agosto en: http://micheran.com/?p=1428
[3] En la base de la dinámica a partir de la cuál Cherán ha logrado autogobernarse exitosamente desde el 15 de abril, se encuentra la tradicional organización comunal por barrios, que a lo largo de la historia de la comunidad ha funcionado tanto para la operación de la ronda comunitaria tradicional, como para la organización de la fiestas.
[4] Comunicado del 15 de agosto en: http://micheran.com/?p=1428
[i] Según datos del INEGI, para 2010 el municipio de Cherán cuenta con 18, 141 habitentes, de los cuales, 14, 245 se concentran en la cabecera municipal, que es el pueblo de Cherán, actual epicentro de la organización comunitaria. El municipio cuenta una extensión territorial de 221.88 kilómetros, representando . (Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2010). Principales resultados por localidad 2010. Más información estadística del municipio en : http://www.inegi.org.mx/sistemas/consulta_resultados/iter2010.aspx?c=27329&s=est
[ii] “Hartos de abusos, miles de indígenas se encargan de su defensa y seguridad”, La Jornada, 7 de agosto de 2012. En: http://www.jornada.unam.mx/2011/08/07/index.php?section=politica&article=002n1pol
[iii] “El pueblo de Cherán trabaja en el diseño de una forma de gobierno popular”, La Jornada Michoacán, 6 de agosto de 2011. En: http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2011/08/06/index.php?section=politica&article=010n1pol
[iv] “El pueblo de Cherán trabaja en el diseño de una forma de gobierno popular”, La Jornada Michoacán, 6 de agosto de 2011. En: http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2011/08/06/index.php?section=politica&article=010n1pol
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