lunes, 28 de noviembre de 2011

Violencia de género no es un problema de hogares sino de todos los lugares

Patricia Chandomí.- “Encerrar el problema de la violencia contra
las mujeres entre las cuatro paredes de la casa es no sólo un error,
sino que es también una trampa. Porque esa es sólo una parte del
problema, que en realidad está presente en las vidas de las mujeres en
la casa, en los lugares de trabajo, en la calle, en las veredas y
caminos, en los centros de estudio, en las fincas, en las iglesias, en
la organización y en todos los sitios donde las mujeres nos movemos en
nuestro día a día” sostuvo Lily Muñoz, investigadora de la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala –AVANCSO.
.

En su colaboración del mes de noviembre, publicado en la Agencia Latinoamericana de Información, la académica señaló que en la opinión pública predomina la idea de que la violencia doméstica es un problema doméstico, intrafamiliar, del ámbito privado. “Por eso, pareciera que la solución es tan sencilla como sensibilizar a los hombres para que no sean tan machistas y violentos y trabajar con las mujeres para que conozcan sus derechos”.

Para la feminista la violencia contra las mujeres tiene muchas caras, “existe violencia física, la violencia psicológica, la violencia verbal, el incesto, la violación sexual, el acoso sexual, la pornografía infantil, la explotación sexual y/o laboral de las niñas y las mujeres, la heterosexualidad obligatoria, el embarazo forzado, el aborto forzado, las relaciones sexuales obligadas, la trata y el tráfico de mujeres con fines de explotación sexual o laboral”.

Así como la expropiación de bienes, el no acceso a la propiedad, los femicidios, las violaciones y abusos sexuales cometidos por los militares y paramilitares durante la época del genocidio, la violencia sexual cometida por las fuerzas de seguridad en el marco de las luchas por la defensa del territorio y los recursos naturales, son las caras más visibles de la violencia patriarcal contra las mujeres en nuestra sociedad.

Para Muñoz invisibilizar, negar o rechazar la participación de las mujeres en la historia, en la política, en la ciencia, en la filosofía, en la cultura, en la economía y en todos los ámbitos de la vida social, también es ejercer violencia contra ellas. La utilización de imágenes o discursos que denigran a las mujeres en los medios de comunicación, en las vallas y demás medios publicitarios, es violencia simbólica contra ellas.

También es violencia el uso generalizado del acoso disfrazado de
“piropos”, los insultos, los chistes, las bromas y las canciones que
ofenden la dignidad de las mujeres o reproducen los estereotipos y
prejuicios que refuerzan y justifican la opresión y la discriminación de las mujeres en la sociedad.

“Si la violencia contra las mujeres tiene tantas caras, tantos
victimarios y tantos lugares comunes, es porque no se trata de un
problema de los individuos sino de un problema social. Porque en realidad, es un problema estructural, un problema del sistema patriarcal en el que vivimos, un sistema que construye relaciones desiguales de poder entre las mujeres y los hombres, permitiendo que las mujeres vivamos en situaciones de opresión y discriminación, y los hombres, independientemente de la clase social y de la etnia a la que pertenezcan, siempre tengan el poder sobre las mujeres. Aun entre los grupos sociales más empobrecidos, es evidente que a las mujeres siempre les toca la peor parte, sufriendo hasta triple
opresión” expresó Muñoz.
La estructura patriarcal es una estructura de violencia que se aprende en la familia, se refuerza en la sociedad civil y se legitima en el Estado. Eso significa que todas las personas participamos en la reproducción social del patriarcado en los distintos espacios sociales.


Por eso, concluyó que para erradicar la violencia patriarcal contra las mujeres, es necesario avanzar hacia el desmantelamiento del sistema patriarcal y en la construcción de una nueva organización social, política, económica y cultural, con justicia e igualdad para todas y todos.

1 comentario:

  1. Las mujeres no solo sufren la violencia privada, sino que viven el temor ante la violencia creciente en el espacio público. Estas percepciones del miedo pueden vincularse a la construcción del ser mujeres en las sociedades en general, y en particular en las latinoamericanas. Claro que hay elementos suficientes para el creciente temor: no solo aumentan la criminalidad y flagelos como la droga, el sida, sino que hay fenómenos que han acuñado nuevos términos, como el feminicidio. Este da cuenta de una escala de violencia que no se registraba antes, patente en casos de público conocimiento como los de Ciudad Juárez en México, o de Recife en Pernambuco, Brasil, donde los asesinatos de mujeres se cuentan en cientos por año. Las violencias hacia las mujeres llegan al asesinato, y cotidianamente siguen expresándose en violaciones, abuso sexual y todo tipo de maltratos.

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